Semana Mundial de la Lactancia Materna

La Semana Mundial de la Lactancia Materna se celebra en más de 120 países del 1 al 7 de agosto.

Sin embargo en Europa, y también aquí en España, por ser agosto pleno periodo vacacional, se inicia el primer domingo de octubre. Esta fecha se eligió porque, si un embarazo empezará el 1 de enero, la fecha probable del parto y el comienzo de la lactancia serían en la semana 41 del año, en octubre.

La Semana Mundial de la Lactancia Materna fue instaurada oficialmente por OMS/UNICEF en 1992. A día de hoy constituye el movimiento social más extendido en defensa de la lactancia materna. Es una semana de reivindicación y celebración. Cada año se centra en un aspecto, generalmente en algo que como sociedad, no hemos resuelto aún e invita a la acción y a la cooperación para lograrlo.

Este año, para la Semana Mundial de la Lactancia Materna 2021, la Alianza Mundial para la Acción sobre Lactancia Materna (WABA, por su siglas en inglés) ha seleccionado el lema: «Proteger la lactancia materna: una responsabilidad compartida«.

Los objetivos de este año son:

  • Informar a las personas sobre la importancia de proteger la lactancia materna.
  • Anclar el apoyo a la lactancia materna como una responsabilidad vital de salud pública.
  • Interactuar con individuos y organizaciones para un mayor impacto.
  • Impulsar la acción en la protección de la lactancia materna para mejorar la salud pública.

Se trata de comprender la importancia social de la lactancia materna, no reducirla a una práctica íntima y por tanto frágil, cuando se enfrenta a la realidad de cada madre y su criatura. Debemos crear una cálida cadena de apoyo para que las mujeres puedan amamantar, no contra el mundo, sino con la protección de toda la sociedad.

¿Qué puedo hacer yo por la lactancia materna?

No te preguntes solamente qué pueden hacer los demás. Pregúntate qué puedes hacer tú por la lactancia. Abre los ojos a esa realidad:

  • Apoya a las mujeres que amamantan, en el lugar que las encuentres, sea cual sea la edad de sus hijos. Con lo que esté a tu alcance: una mirada cómplice, una sonrisa, una bebida caliente o un vaso de agua fresca en tu lugar de trabajo, un asiento cómodo en tu establecimiento, ceder tu turno. Y sobre todo, muestra respeto porque lo que estás presenciando lo merece.
  • Respeta a las mujeres que dan biberón, porque desconoces lo que puede haberlas llevado a tomar esa decisión y no eres nadie para juzgarlas. No se promueve la lactancia materna castigando, aislando o haciendo sentir inadecuadas a las madres que no amamantan. Parece mentira que a estas alturas haya que decirlo, pero es así.
  • Favorece la lactancia en público, no hay nada vergonzoso ni lascivo en amamantar. Todavía se increpa (a veces violentamente) a las madres por esto en muchos lugares del mundo. Aún se las invita a abandonar museos, bibliotecas, piscinas o restaurantes y a esconderse en baños públicos o salas de lactancia (claramente concebidas para cambiar pañales o calentar biberones). Ese bebé o niño está COMIENDO o siendo reconfortado por su madre. ¿Desde cuándo eso se hace en un baño? Si piensas que ese es lugar adecuado para dar de comer o consolar a una criatura, háztelo mirar, porque es tu mente la que está sucia.
  • Apoya a tus compañeras de trabajo que crían y amamantan. Reivindica sus derechos, tengas o no hijos, seas o no mujer. Esa compañera está asumiendo una tarea valiosa para toda la sociedad. No seas mezquin@.
  • Colabora con tu pareja para instaurar y mantener la lactancia de vuestr@s hij@s. Ocúpate de lo demás para que ella pueda concentrarse en amamantar. Cuídala. Protégela si el entorno es hostil. Habrá horas bajas y dificultades. No te vengas abajo cuando es ella la que necesita que la sostengan. Muestra orgullo por sus logros. Comprende su deseo y trabaja en equipo con ella.
  • Los amigos de verdad se ven en las ocasiones. No opines, no exijas atención o coger en brazos al bebé. Pregunta cómo puedes ayudar, qué necesita tu amiga. No desaparezcas porque ella no puede hacer lo que hacíais antes, porque ha cambiado, porque el centro de su vida ahora es esa criatura. Dobla ropa, pon una lavadora, recoge lo que puedas del caos, juega con los hermanos mayores o simplemente, acompáñala sin juicios. Ser flexible y mostrarte disponible, no tiene precio.
  • La familia no se elige y por proximidad, puede disparar a quemarropa. La confianza puede dar mucho asco. Si eres familia de una madre que amamanta, no la aplastes con el peso de vuestra historia de niños que se criaron a biberón sin problema, de mujeres que no han podido dar pecho, de grietas, sangre y sufrimiento extremo. Evita la ironía y los comentarios venenosos disfrazados de broma. No des por hecho que tú sabes lo que es mejor para tu hija, tu hermana, tu nuera o su bebé. Realmente no tienes ni idea. Sé que no quieres verlos sufrir (salvo excepciones), que te puede parecer que se complican la vida o que están equivocados. Guárdate tus pensamientos y tus miedos. Ofrece tranquilidad y confianza. Hazle de comer a la madre. No impongas tu presencia ni consideres tu derecho cargar al bebé o darle de comer. Demuestra tu cariño con cuidados y respeto a las decisiones de la madre.
  • Si te dedicas a la política , ten en cuenta a las necesidades de las madres y lucha por alargar los permisos de maternidad y por blindar los contratos de las madres trabajadoras. El embarazo y la lactancia son periodos especialmente vulnerables que requieren protección especial. Las mujeres necesitan tiempo suficiente para dar a luz, recuperarse y amamantar a sus hijos. Al mismo tiempo, también necesitan protección para garantizar que sus puestos de trabajo no se vean amenazados.  Los niños no son «cosa de mujeres» ni un capricho, son el futuro de la sociedad.
  • Si trabajas en la administración, facilita los trámites a las madres lactantes. Comprende que se amamanta a demanda, que madre y bebé son una unidad. Aun tengo grabada en la retina y las entrañas, la imagen de un cartel en el Registro Civil de Alcobendas que rezaba: «No está permitido dar el pecho». Porque tú lo digas, vamos.
  • Si eres sanitario, vas a tratar con madres lactantes, seas del área o especialidad que seas, así que tienes la obligación y la responsabilidad de formarte en lactancia materna.
    Para dar ayuda efectiva si estás en primera línea, porque eres enfermera de obstetricia o pediatría, matrona, ginecóloga o pediatra.
    Para no decir tonterías sin fundamento si estás en otra posición.

Las lactancias perdidas por culpa de los sanitarios

Es lamentable que se pierdan lactancias por indicaciones médicas o de enfermería inadecuadas y sin ninguna evidencia científica que las respalde:
– Por medicaciones totalmente compatibles con la lactancia.
– Por pruebas radiológicas que no interfieren para nada con la lactancia.
– Por separar a una madre lactante de su bebé para ingresarla por una enfermedad común.
– Por un paternalismo despreciable hacia las madres enfermas crónicas, suponiendo que sus fuerzas no van a dar para amamantar o que es más fácil manejarlas sin un bebé lactante.

Tristemente, en el hospital donde trabajo, a las madres con esclerosis múltiple se les impide amamantar, sin ninguna razón objetiva, solo porque su médico especialista se niega cerrilmente a cambiar su práctica y prefiere obedecer los prospectos obsoletos de los medicamentos, que leer artículos científicos. Porque la lactancia materna le importa un bledo.

No puedes trabajar en medicina o salud pública y que la lactancia materna te la traiga al pairo. Para mí equivale a ser antivacunas o negacionista.

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